POEMAS POSTUMOS (1968)
Poemas póstumos es mucho
más breve, en cuanto a extensión, que las obras que le preceden. Este libro
entronca con la costumbre de las dedicatorias puesta de manifiesto de Moralidades,
ya que empieza con una dedicatoria a dos personas amigas, desaparecidas en el momento
en que la obra fue reeditada: Isabel Moreno Gil de Mora -Bel, Belle Bel -y Gustavo Durán. A pesar de esta primera
semejanza con el segundo libro del poeta, nada más lejos de la realidad, ya que
en Poemas póstumos Jaime Gil de Biedma abandona cualquier ironía, de crítica o de reflexión social y se
centra en él ,es el único protagonista.
De ese modo la madurez, la trayectoria vital, la nostalgia del
pasado, la enfermedad o la proximidad de la muerte son algunos de los temas
sobre los cuales se cimenta la obra. No hay lugar para terceras personas: Poemas póstumos no es más que los recuerdos y los sueños del poeta. El egocentrismo
que ha perseguido toda la obra poética de Jaime Gil de Biedma se condensa en este libro a través del cual el autor se
desnuda una vez más ante el lector.
Poemas póstumos es el resultado de la primera gran crisis de
madurez del poeta, una crisis que se había ido gestando durante el proceso de creación
de Moralidades.
Al entusiasmo de la lucha por el cambio social sigue un sentimiento
de decepción y de desesperanza, ya que el tan esperado cambio político nunca
acaba de llegar. Este hecho, sumado a la edad que, definitivamente, ha dejado
atrás los años de juventud, sumen al poeta en solo sus problemas personales.
De esa reflexión surgen poemas como “Contra Jaime Gil de Biedma” o “Después de la muerte de Jaime Gil de Biedma” en que el autor pasa revista a su vida y se cuestiona,
como será sin él su poesía y, en definitiva, su vida.
Cabe destacar la presencia de la muerte en la mayoría de los
poemas, bien a través de referencias directas del autor a su propia muerte o a
la de conocidos suyos, bien a través de dedicatorias en memoria de amigos ya
desaparecidos. De esa manera, el tono irónico que acompañaba a la mayoría de
los poemas de las dos primeras obras se transforma aquí en amargura, dotando a
todas y a cada una de las composiciones de un tono triste e incluso angustiado.
A pesar de que Poemas
póstumos, en comparación con Compañeros de viaje y Moralidades, es una obra
menor, tiene un punto en común con las
obras anteriores y que se mantiene constante a lo largo de toda la evolución poética
de Jaime Gil de Biedma: el egocentrismo. Toda la poesía de Gil de Biedma parte
de un yo y se dirige a un tu o a un
vosotros; es decir, todo pasa por el autor, no hay mensaje posible si el poeta
no se identifica como único emisor de la realidad social o de la situación
personal de la poesía. Gil de Biedma se declara en entrevistas como si el fuese
poema.
La contribución de Jaime Gil de Biedma a la denominada poesía
social se inicia en 1956 y acaba en 1964, año en que escribe los textos que en
1966 acabarán integrando Moralidades. Durante esa época la guerra, la
posguerra, la esperanza en un futuro mejor, la situación de las clases sociales
menos favorecidas o la necesidad de compromiso político son el eje alrededor
del cual se articulan casi todos los poemas escritos por el autor; la mala
conciencia respecto a la clase social a la que pertenece, a pesar de esbozarse
levemente en Compañeros de Viaje se evidencia mucho más en Moralidades.
A partir de la publicación de ese último libro, en 1966, el autor ya no vuelve a escribir ningún
verso de carácter social, y en este sentido resulta muy difícil asegurar el
porqué: Quizá porque la situación del país ha cambiado, quizá porque el
problema social como tema literario deja paso a otros elementos, quizá porque
es el propio Gil de Biedma quien ha cambiado...lo cierto es que el poeta se
centra en su propia cotidianidad .
A partir de ese momento Jaime Gil de Biedma deja de escribir
expresando dos motivos; por un lado el hecho de haber alcanzado su objetivo de inventar
una identidad: "Una, que mi poesía consistió -sin yo saberlo-en una tentativa de
inventarme una identidad; inventada ya, y asumida, no me ocurre más aquello de
apostarme entero en cada poema que me ponía a escribir, que era lo que me
apasionaba"; y por otra parte la
sumisión a la propia persona, dejando a un lado la pasión por el arte: "
Otra, que todo fue una equivocación: yo creía que quería ser poeta, pero en el
fondo quería ser poema. Y en parte, en mala parte, lo he conseguido; como cualquier
poema medianamente bien hecho, ahora
carezco de libertad interior, soy todo necesidad y sumisión interna a ese
atormentado tirano, a ese Big Brother insomne, omnisciente y ubicuo -Yo. Mitad Calibán, mitad Narciso, le temo
sobre todo cuando le escucho interrogarme junto a un balcón abierto: ¿Qué hace
un muchacho de 1950 como tú en un año indiferente como este? All the rest is
silence". ( Según Gil de Biedma, Jaime: las personas del verbo Ed. Seix
Barral. Barcelona 1982)
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